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A cellphone seen up close in a woman’s hand. She has red finger nails and is wearing a star-and-stripes shirt.
Tres años después de que Trump difundiera falsedades sobre su derrota en línea, las plataformas de redes sociales tienen menos controles sobre la difusión intencional de mentiras sobre las elecciones.Credit...Emily Elconin para The New York Times

Así es como los aliados de Trump están ganando la guerra de la desinformación

Sus acusaciones de censura han obstaculizado los esfuerzos por depurar los datos falsos sobre las elecciones en internet.

A raíz de los disturbios en el Capitolio el 6 de enero de 2021, se generó una corriente en Washington para frenar la avalancha de mentiras que había alimentado el ataque a la transferencia pacífica del poder.

Las empresas de redes sociales suspendieron a Donald Trump, en ese momento presidente, y a muchos de sus aliados, de las plataformas que habían utilizado para difundir información errónea sobre su derrota y avivar el intento para revertirla. El gobierno del presidente Joe Biden, los demócratas en el Congreso e incluso algunos republicanos intentaron redoblar esfuerzos para que las empresas rindieran cuentas. Los investigadores académicos lucharon por encontrar la manera de fortalecer las iniciativas para monitorear las publicaciones falsas.

Por su parte, Trump y sus aliados se embarcaron en una contraofensiva, un esfuerzo coordinado para bloquear lo que consideraban un intento peligroso de censurar a los conservadores.

Sin duda alguna, ellos han prevalecido.

Ese esfuerzo, emprendido en tribunales, en el Congreso y en los furiosos recintos del internet, ha pulverizado los intentos de proteger las elecciones de la desinformación en la era de las redes sociales. Aprovechó (y luego, según los críticos, tergiversó) el feroz debate sobre la libertad de expresión y el papel del gobierno en la vigilancia de los contenidos.

Proyectos que solían ser bipartidistas, incluido uno iniciado por el gobierno de Trump, han sido replanteados como conspiraciones del Estado profundo para manipular las elecciones. Ante las consecuencias legales y políticas, el gobierno de Biden ha abandonado en gran parte medidas que puedan interpretarse como intentos para asfixiar el discurso político.


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