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A close-up view of a pair of white-gloved hands holding open a mottled brown duck’s beak to swab a sample. Another white-gloved health worker holds the duck steady by its wings.
Miembros del equipo del Ministerio de Agricultura, Silvicultura y Pesca de Camboya toman una muestra de un pato durante las acciones de vigilancia de la sección de aves de corral que se hace en el mercado de Orussey en Phnom Penh, este mes.

Los detectives de enfermedades intentan evitar una pandemia de gripe aviar

La labor de estos profesionales es clave para rastrear virus que se transmiten de animales a humanos. Una actividad importante para tomar medidas a tiempo y evitar que la enfermedad se propague por el planeta.

Stephanie Nolen reportó esta historia en pueblos de Camboya y en la capital, Phnom Penh.

Mientras Sreyleak Luch conducía hacia su trabajo la mañana del 8 de febrero por las concurridas y soleadas calles del delta del río Mekong, en Camboya, iba escuchando los mensajes de voz que su equipo le había enviado la noche anterior. El estado de salud de un chico de nueve años al que atendía se había deteriorado mucho y lo habían intubado, informó uno de los médicos. Luch se preguntó qué habría podido provocar que el chico empeorara tan rápido.

“Y luego pensé: el H5N1”, recordó. “Podría ser influenza aviar”.

Tan pronto como llegó al espacioso pabellón infantil de color amarillo del hospital provincial de Kratié, le preguntó al padre del niño si la familia había tenido contacto con alguna ave de corral enferma o muerta. El padre admitió que hacía algunos días habían encontrado muerto a su gallo y que la familia se lo había comido.

Luch les contó su teoría a sus colegas, cuyas respuestas oscilaron entre las dudas y la incredulidad: nunca se había reportado un caso de influenza aviar en seres humanos en esa parte de Camboya oriental. Le advirtieron que si activaba el sistema de alerta de influenza aviar, tal vez intervendrían los altos funcionarios del gobierno. Corría el riesgo de hacer el ridículo, o algo peor.

Nerviosa, pero cada vez más segura, Luch llamó al departamento de salud pública de la localidad, el cual estaba al otro lado de la calle. En unos cuantos minutos, llegó un equipo a tomar una muestra del niño, Virun Roeurn, para hacerle una prueba de laboratorio.

Para ese momento, los angustiados padres del niño ya no confiaban en ese hospital y solicitaron que lo trasladaran en ambulancia a la capital, Phnom Penh. También se llevaron el hisopo con la muestra.


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