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Ensayo invitado

En nuestro mundo en guerra la literatura infantil es importante

An illustration of a person reading a book under a very large book shielding the person from smoke and flames.
Credit...Paola Saliby

Udel es profesora de lengua, literatura y cultura yidis en la Universidad de Emory.

Mi marido y yo invitamos a un amigo palestino a una cena de sabbat en mayo pasado. Cuando me preguntó qué podía traer, le pedí un libro sobre su tierra natal para nuestro hijo de 7 años. Como este amigo es generoso a manos llenas y no estaba seguro del nivel de lectura de nuestro hijo, llegó con una bolsa de regalo repleta de libros sobre los niños palestinos y sus experiencias, desde álbumes ilustrados hasta una serie de cuatro volúmenes de novelas de nivel medio.

Tras las devastadoras atrocidades cometidas por Hamás el 7 de octubre y las subsiguientes semanas de violencia en Gaza, he echado mano de esos libros.

Los libros infantiles, que presentan verdades sutiles en términos sencillos, ofrecen una valiosa herramienta para mantener nuestra orientación moral, sobre todo en medio de una vorágine de dolor e indignación. Estos libros, en su sencillez y brevedad, pueden permitir a comunidades polarizadas acceder a las historias de los demás, para recordarnos nuestra humanidad compartida y nuestro interés común en encontrar un camino hacia la coexistencia pacífica.

En los libros que leí con mi hijo, vi a los autores infantiles palestinos de hoy haciendo algo que reconozco de mi investigación sobre la literatura infantil yidis del siglo pasado: esforzarse por ayudar a los niños a entender el mundo que van a heredar mientras escriben la creación de un mundo mejor.

El canon de la literatura yidis que he estudiado se basa en libros y publicaciones periódicas creados entre 1900 y 1970 en cuatro continentes bajo diversos auspicios políticos —como el socialismo, el comunismo, el sionismo obrero y el yijadismo a secas— por una serie de educadores, autores de alta cultura y escritores infantiles especializados. Estos escritores construyeron mundos ficticios emocionantes a los que sus lectores podían escapar y a los que podían aspirar, a la vez que les instaban a soportar y corregir los persistentes problemas sociales del mundo real, como la desigualdad de ingresos y la perenne violencia antisemita.


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