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Ensayo invitado

El discurso de las grandes petroleras dice una cosa. La realidad, otra

An illustration of a giant man carrying a dripping oil can and stepping on a wind turbine.
Credit...Micha Huigen

Bordoff es director fundador del Centro de Política Energética Global de la Escuela de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Columbia.

Si has estado escuchando a las principales compañías energéticas del mundo en los últimos años, es probable que pienses que la transición a la energía limpia está en marcha. Pero, dado que el consumo de combustibles fósiles y las emisiones siguen aumentando, no está avanzando con la suficiente rapidez para hacer frente a la crisis climática.

En junio, Shell se convirtió en la última de las grandes compañías petroleras en frenar sus planes de recorte de la producción de petróleo después de que anunció que ya no reducirá la producción anual de petróleo y gas hasta el final de la década. La empresa también aumentó sus dividendos, al desviar dinero que podría haberse utilizado para el desarrollo de energía limpia. Los precios de las acciones de BP subieron este año cuando la empresa dio marcha atrás en su plan de reducir la producción de petróleo y gas.

El sector puede hablar de sus esfuerzos para reducir las emisiones y avanzar hacia las tecnologías de energía verde. Sin embargo, esos esfuerzos palidecen en comparación con lo que están haciendo para mantener y mejorar la producción de petróleo y gas. Como señaló la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por su sigla en inglés), la inversión del sector en combustibles limpios “está repuntando”, pero “permanece muy por debajo de donde necesita estar”.

En conjunto, se prevé que las compañías petroleras y de gas gasten este año más de 500.000 millones de dólares en identificar, extraer y producir nuevas reservas de petróleo y gas y aún más en dividendos para devolver a los accionistas unas utilidades récord, según la IEA.

En los últimos años, el sector ha destinado menos del 5 por ciento de sus inversiones a la producción y el estudio de fuentes de energía baja en emisiones, según la IEA. De hecho, el que muchas empresas (con algunas excepciones notables) parecen estar priorizando los dividendos, la recompra de acciones y continuar con la producción de combustibles fósiles por encima del aumento de sus inversiones en energía limpia apunta a una falta de capacidad o voluntad para impulsar el avance de la transición.


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