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Catar obtuvo la Copa del Mundo que anhelaba

Al final, después de un torneo ensombrecido por la controversia desde que le otorgaron los derechos para ser el anfitrión, Catar tuvo la oportunidad que buscaba: ser el centro de atención mundial.

Lionel Messi fue felicitado por el emir de Catar, Tamim Bin Hamad al Thani, mientras el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, observaba cómo recibía el Balón de Oro el domingo.Credit...Franck Fife/Agence France-Presse — Getty Images

DOHA, Catar — Al final, Catar consiguió lo que quería.

El pequeño Estado del desierto, una península con forma de pulgar, no ansiaba otra cosa que ser más conocido, que ser un actor en el escenario mundial en el momento de 2009 en que lanzó lo que parecía un intento poco probable de ser la sede de la Copa del Mundo varonil, el evento más popular del deporte en el planeta. Organizar el torneo ha costado más de lo que nadie pudo imaginar: en dinero, en tiempo, en vidas.

Pero la noche del domingo, cuando los fuegos artificiales iluminaron el firmamento en Lusail, cuando los hinchas argentinos cantaron y su astro, Lionel Messi, brilló al aferrarse a un trofeo que esperó toda una vida para alzar, ya todos conocían a Catar.

El desenlace espectacular, una final de ensueño que enfrentó a Argentina contra Francia, un primer título de Copa del Mundo para Messi, el mejor jugador del mundo, un partido palpitante que se definió luego de seis goles y una tanda de penales, se cercioró de que fuera así. Y, como para asegurarse, para ponerle la huella final al primer Mundial en el Medio Oriente, el emir de Catar, Tamim Bin Hamad al Thani, detuvo a un Messi resplandeciente que iba a recoger el mayor reconocimiento del deporte y lo apartó. Había algo más.

Sacó un bisht de bordes dorados, esa capa negra que en el Golfo se usa en las ocasiones especiales y la puso en los hombros de Messi antes de entregarle el trofeo de oro de 18 kilates.

La celebración era el fin de una tumultuosa década de un torneo que se adjudicó en un escándalo de sobornos, manchado por denuncias de abuso a los derechos humanos y lesiones contra los trabajadores migrantes contratados para construir una Copa del Mundo que costó 200.000 millones de dólares a Catar y que fue ensombrecida por decisiones polémicas sobre todo tipo de asuntos, desde el alcohol hasta las bandas de los capitanes en el brazo.


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